Desde lo alto de un árbol en el patio de mi casa, me quedaba sentado en una gruesa rama todas las tardes. La verdad es que aquel era mi sitio favorito, también me refugiaba allí cada vez que mis padres tenían sus continuas peleas. Pero aquel día era diferente, se escuchaban más gritos de lo normal; sonó un golpe ensordecedor y a los minutos vi como salía mi padre de casa. Así fue como decidí entrar en ella y, desde la entrada, observé algo extraño.
La sangre manchó la alfombra, ¡era de mi madre! Ella que se encontraba tendida sobre el suelo sin vida. No podía entenderlo, no podía asimilar como mi padre fue capaz de hacer esa atrocidad; en mi interior me llenaba de odio, tristeza pero sobre todo de temor. Entonces recuperé el control sobre mí; no debía estar más allí, tenía que pedir ayuda, salir , lo antes posible, antes de que llegara él.
Salí de aquella casa, en la que había vivido tantos años junto a mis padres y pensaba en cómo todo aquel tiempo se desvanecía por completo, intentaba comprender todo lo que había pasado, pero cada vez me parecía más irreal, no podía comprender cómo había ocurrido todo. Ya no me queda nada más por lo que seguir allí. Ahora sé que no volveré más.
Alumna: Daniela Angarita Garzón
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