Desde lo alto del árbol del patio de mi casa, vi algo que me llamó la atención, algo no muy usual, algo bastante extraño para verlo desde una casa. Me parecían pájaros, pero me acerqué a observar. Aquello era una especie de familia de murciélagos, por así decirlo. Me quedé muy sorprendida y decidí no contarle nada a mis padres puesto que no le di importancia. Y así pasaron los días y nadie se dio cuenta de lo que había en aquel árbol.
A la semana siguiente, por la noche, a eso de la una de la madrugada, se empezaron a escuchar ruidos extraños, pero parecía que yo era la única que se extrañaba de aquellos ruidos.
A la mañana siguiente, cuando nos despertamos, escuché a mi madre hablar con mi padre y alcancé a escuchar algo sobre que se había manchado la alfombra, pero no sabía ni de quiénes eran aquellas manchas, ni qué estaba pasando. Como era lógico, decidí preguntar y se me aclararon todas mis dudas. Resultó que mi madre se encontró un murciélago dentro en la casa, intentó golpearlo y al hacerlo cayó y la sangre manchó la alfombra.
Después, fuimos al árbol y decidí contarlo ya que cada vez había más murciélagos. Era algo tan raro que nunca se había visto. Decidimos llamar a un exterminador . Y bueno, creo que avisamos como a unos diez profesionales en todo el mes. Y no exagero, pero por más que lo intentaban, volvían siempre los murciélagos. Y es que la convivencia con aquellos animales se nos hacía cada vez más pesada, ya que aprovechaban algún huequecito para poder introducirse en la casa.
Mis padres estuvieron hablando de vender la casa e irnos al barrio de al lado, pero yo no quería, pues iba a dejar la casa donde yo crecí; pero no había remedio.
Así lo hicimos en un par de días, pero no vendimos la casa, sino que dejamos de vivir en ella un tiempo a ver si esos dichosos murciélagos se iban de allí.
Pasaron días, semanas, meses… incluso un año, pero aquello seguía igual. ¿Por qué nadie podía hacer que se fueran?¿Qué era lo que le llamaba la atención de aquel árbol?
Me pasé día tras día observando el árbol, pues quería irme ya a mi casa que era mi sitio. Nunca supe el porqué de aquello tan raro y siempre me preguntaba lo mismo, pero nunca iba a dejar de ir. Y ahora tengo otra casa y otra vida alejada de aquello. Sé que no volveré más.
Alumna: Belén Flores Gómez
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