Alba lloraba la muerte de su abuela, había sido como una madre para ella.
Entre sollozos abrió la puerta. Su madre llamaba: ” Alba, hija, te traigo un
regalo que te ha dejado tu abuela”.
La chica miraba con fascinación el viejo reloj, sabía que tenía algo muy
especial.
Esa noche la niña no podía dormir,
estaba inquieta por todo lo que había pasado ese día, pero se acordó del
medallón de su abuela y eso le dio fuerzas. Bajó de la cama, se puso sus
zapatillas y cogió con sigilo el artilugio. Miró todos los detalles con mucha
atención. La cubierta, al parecer de plata, era fría y mostraba grabados chinos
de oro. Recordó que su abuela siempre había sido muy fanática de la cultura
china. Al abrirlo vio su engranaje. Su funcionamiento era diferente al de los
demás, las ruedas dentadas giraban hacia la izquierda. Sin duda ese reloj era
muy especial; en la parte de atrás, encontró una ruedecita marcada
con unos símbolos.