Y, de repente, sonó en la radio aquella vieja canción,
aquella que te transportaba a otra época, aquella que te sacaba una sonrisa y
transmitía bienestar. Mi madre, enfurecida por el ensordecedor volumen de la
radio, empezó a golpear la puerta de mi habitación, como si de un cíclope se
tratara.
Mi madre tiene ese don de arrancarte de
sopetón de aquel agradable mundo en el que te encuentras sumergido.
_ ¡Alicia, baja el
volumen que vas a dejar sordo a todo el mundo!
Yo, como debemos reconocer que hemos hecho todos alguna vez,
me hice verdaderamente la sorda e intenté cortar esa cuerda que me tiraba
fuertemente para sacarme del paraíso. Toda madre tiene palabras que adopta como
características suyas, las de mi madre eran “locajá”
y “te lo dije”. Ahora estaba a punto
de pronunciar la primera…
_ ¡Baja eso , locajá!
Como la que se acaba de enterar, abro la
puerta. En ese instante, sale con gran impulso de la habitación un enorme
estruendo que echa para atrás a mi madre. Definitivamente debía bajar el
volumen. Aprovechando la ocasión, cogí mi mochila y despidiéndome de ella, me
dirigí al puente. Debajo de éste se encontraba mi santuario.
Al llegar, respiré como siempre para
llenar mis pulmones de aquel aire característico y descendí con cuidado debajo
de su estructura. Afortunadamente, por él no circulaban los coches, sino sólo
personas y animales. Desde allí, había unas vistas impresionantes y el sonido
del viento, acariciando las aguas del río, era tan relajante que, algunas
veces, me quedaba dormida y percibía
cómo colores anaranjados y rosados se mezclaban como un lienzo en aquel
maravilloso suelo.
De repente, escuché un ruido
ensordecedor. Muy asustada , miré para todos lados , pero no vi nada . El ruido volvió
a sacudir el lugar y yo temblaba de miedo; pero, de pronto, vi cómo aparecía
algo extraño de debajo del agua del río. Mi miedo se sustituyó por una tremenda
curiosidad. Cuando me acerqué, vi con más nitidez que lo que había debajo del agua era un ser extraño. Me
quedé paralizada sin poder pronunciar ni una palabra porque aquel monstruo
estaba cada vez más en la superficie. No sabía qué hacer ni adónde ir .
En ese mismo instante, escuché cómo
alguien me llamaba. Era un niño que estaba subido al puente, pero comprobé, de
manera rápida, que era mi vecino de siete años, con el que apenas había tenido
relación, pero que, sin embargo, ahora me resultaba alguien amigo. De todas
formas, yo apenas podía pensar en otra cosa que no fuese ese ser extraño.
Mi nuevo y jovencito amigo, llamado
Carlos, me preguntó que por qué andaba tan asustada y cuando le conté todo, me
sugirió que investigásemos por los alrededores. A mí no me ilusionaba la idea,
pero accedí y así lo hicimos . Buscamos durante un buen rato, pero yo seguía
preocupada por cómo me iba a recibir mi madre cuando volviese a casa.
De pronto, escuchamos un gran
estruendo y nos acercamos al río para
ver lo que sucedía. Una luz emergía del fondo iluminando la oscura noche y
Carlos, algo asustado, decidió irse, pero yo permanecí inmóvil, incapaz de
articular palabra alguna.
El fondo del río empezó a emitir
destellos deslumbradores y, casi al unísono, reconocí una preciosa melodía de
mi infancia que asociaba con buenos momentos vividos con mi padre. Y no pude
contener mis lágrimas. El ser extraño ya no me lo parecía.
La música se hacía cada vez más fuerte y
yo, aturdida por la extraña situación, me caí al suelo, me arrastré hasta la
orilla e intenté alcanzar aquella luz. El agua estaba fría y la espesa niebla
me dificultaba la visión.
Durante unos momentos de gran extrañeza,
mis dedos tocaron un objeto del que provenía la música. Se trataba de la radio
perdida en el accidente que años atrás había tenido con mi padre y que, al
parecer, volvía de la otra dimensión para que yo pudiese rememorar los días
vividos en otro tiempo y que mi alma encontrara la paz y el sosiego.
Permanecí tranquila, tarareando la melodía y
sintiendo la presencia de mi padre que me envolvía con su presencia, hasta que el sol apareció curioso por el
puente y mi noche de ensueño se mezcló con la realidad de un nuevo día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario